C h o c o l a t e s
Nuestro chocolate ha estado presente en nuestro pueblo y su comarca desde hace generaciones.
Era el chocolate de los desayunos y las meriendas, el dulce que aportaba calor de hogar a las mesas donde la familia se reunía y compartía momentos.
Se elabora siguiendo la receta familiar y utilizando la misma maquinaria con la que empezó todo en 1918.
Una forma de hacer que se mantiene para que hoy puedas disfrutar del mismo sabor, la misma textura y esa sensación reconocible que acompaña desde siempre.
C h o c o l a t e f a m i l i a r a l a t a z a
Lo que vas a encontrar
Un chocolate equilibrado, donde el cacao y el azúcar conviven en armonía.
Su textura es terrosa y característica, propia de los chocolates de antes, resultado directo de la maquinaria tradicional con la que se elabora.
Preparado con leche, da lugar a un chocolate a la taza suave y ligeramente espeso, fácil de beber y nada empalagoso.
También puede consumirse en crudo, apreciando su textura y sabor más auténticos.
Contiene harina de trigo, por lo que no es apto para personas celíacas.
La historia detrás del chocolate
Este chocolate forma parte de la vida cotidiana del pueblo desde hace décadas.
No nació para ser especial, sino para acompañar: desayunos tranquilos, meriendas después del colegio, encuentros alrededor de la mesa.
Hemos decidido mantener su receta y su forma de elaboración porque representa una manera de disfrutar del chocolate sin artificios, donde lo importante es el momento que se comparte.
Cada tableta busca conservar ese espíritu sencillo y familiar que lo ha hecho permanecer en el tiempo.
C h o c o l a t e n e g r o 8 5 % c a c a o
Lo que vas a encontrar
Un chocolate intenso, con una alta presencia de cacao y una textura untuosa que permanece en boca.
Su propia manteca de cacao aporta profundidad y una sensación duradera, pensada para disfrutarse en crudo y saborear cada matiz.
Es un chocolate con carácter, directo y limpio, para quienes buscan un sabor más profundo y menos dulce.
La historia detrás del chocolate
Este chocolate representa la evolución natural de nuestra historia.
Es la aportación de la tercera generación, que ha querido explorar un perfil más intenso sin perder el respeto por la tradición ni por la forma de elaborar.
Mantiene la esencia de siempre, pero mira hacia adelante, ofreciendo una opción pensada para quienes disfrutan del cacao en su expresión más pura.
Una manera de innovar desde el origen.
Nuestra historia
F i e l e s a n u e s t r o o r i g e n
El carácter de nuestros chocolates no es casual. Tiene que ver con una forma de hacer que se ha mantenido en el tiempo y con una historia familiar ligada a la cultura y a las tradiciones de este lugar.
La fábrica abrió sus puertas en 1918 de la mano de nuestro bisabuelo Juan Ruiz. Desde entonces, la maquinaria, las recetas y los gestos del oficio han ido pasando de una generación a otra. Durante años, el chocolate formó parte de la vida diaria del pueblo, presente en desayunos y meriendas compartidas. Incluso cuando la actividad se detuvo, el recuerdo de su sabor siguió vivo.
Hoy retomamos esa herencia con el mismo respeto por el proceso y por el producto. La elaboración sigue siendo pausada, la maquinaria marca la textura y cada lote se trabaja con la atención que requiere un chocolate que no busca parecerse a otros, sino seguir siendo fiel a su origen.